Un inútil y un comunista al frente de la reconstrucción

Es sabido que las comisiones que se crean en los parlamentos, al margen de las de planta, cuya misión es controlar al Gobierno, son mecanismos utilizados para aparentar que se hace algo sin hacerlo, son de una inutilidad evidente y solo sirven para reafirmar al Ejecutivo de turno. No obstante, y para guardar las apariencias, suele elegirse para presidirlas a miembros de partidos de la oposición, por más que el sistema de voto ponderado convierta este gesto en un mero paripé.

Si a la inoperancia intrínseca a estos fuegos de artificio se une un desprecio a la oposición y la presidencia recae en uno de los diputados más inútiles del partido gobernante y se le nombra como escudero a un comunista deleznable, el resultado es previsible.

¿Por qué decimos que el Presidente de la Comisión de reconstrucción es un inútil?

Podríamos llegar a esta conclusión a partir del examen de su currículo: vividor permanente de la política, no fue capaz de acabar la carrera.

Pero si nos centráramos únicamente en esta faceta deduciríamos que la práctica totalidad de los diputados españoles, nacionales y autonómicos, son inútiles estructurales.

No, por sus actos los valorareis.

Patxi López es merecedor de este título por sus actuaciones políticas.

Como Lendakari, su mayor mérito fue permitir que el PNV se hiciera con carácter vitalicio -nos tememos- con el Gobierno Vasco. Su nefasta gestión lo propició.

Como Presidente del Congreso, su actuación rozó el esperpento, la caricatura: no supo estar, no supo hablar y no supo actuar.Los Diputados, sabedores de sus debilidades, convirtieron el Parlamento en un mercado persa.Nunca dio la talla. Le faltó cintura, capacidad de improvisación, dialéctica, mano izquierda y autoridad. El Congreso, en sus manos, fue un barco a la deriva.

Su única intervención sensata fue cuando le preguntó a Sánchez: «Pedro, ¿sabes lo que es una nación?»

Su escudero, Enrique Santiago, es un comunista leninista que se ha ganado el término de deleznable, no por ser comunista -por más que serlo sea retrogrado por constituir su aspiración esencial la igualdad en la pobreza-, sino porque, preguntado por su disposición a ir el Palacio de la Zarzuela y hacer lo mismo que hizo Lenin con el Zar, contestó que no lo dudaría. Recordemos, para vergüenza y oprobio de este sujeto, que, por orden de Lenin, fueron asesinados el zar, su mujer, sus cuatro hijas, su médico, el criado, dos empleados de la cocina y una doncella. Sin comentarios.

No son comparables, indudablemente, pero el uno está tan desprovisto de aptitudes y, el otro, de ética, moral y sentimientos, que ambos tuvieron que dedicarse a la política.



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