La estúpida prohibición de publicar encuestas cinco días antes de las elecciones

La Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, establece, en su artículo 69.7, que durante los cinco días anteriores al de la votación queda prohibida la publicación y difusión o reproducción de sondeos electorales por cualquier medio de comunicación. El artículo 145 de la misma norma regula la consecuencia punitiva por el incumplimiento de esa regla prohibitiva indicando que quienes infrinjan la normativa vigente en materia de encuestas electorales serán castigados con la pena de prisión de tres meses a un año, multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación especial para profesión, oficio, industria o comercio por tiempo de uno a tres años.   Hay que tener presente que la prohibición de publicar encuestas cinco días antes de las elecciones es absolutamente estúpida y encuentra su fundamento en el posible temor de que la publicación de las encuestas durante los días previos a las elecciones pueda producir una alteración sustancial en los resultados por causar la encuesta una variación en la tendencia de voto que beneficiaría a los partidos con mayores opciones de lograr buenos resultados, provocándose un trasvase de teóricos votantes el día de las elecciones e incrementando la diferencia de apoyos entre los partidos más votados y los menos votados.

Es muy posible que el motivo sea el establecimiento de la premisa por la que se considera que la sociedad española es lo suficientemente inmadura como para desmovilizarse o para modificar su tendencia de voto por querer apoyar a los partidos políticos que, en cada espectro ideológico, tengan más atractivo según los sondeos previos a las elecciones.  

Habría que ir pensando en reformar el artículo 69.7 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, para que se puedan publicar las encuestas durante la semana previa a las elecciones, aunque puede ser recomendable prohibir la publicación de sondeos en la jornada de reflexión. El problema es que, para ello, tendría que cesar el paternalismo propio de los dirigentes políticos, que tratan a los ciudadanos como si fueran niños pequeños.



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