El peor gobernante de la historia de España

Hasta ahora, era común en el autobús, en el super, en el café, en la tertulia, considerar a Zapatero como el peor gobernante de la historia de España. En las listas que circulan por las redes lo califican como «Zapatero, el Desastroso».

Algunos tratan de mitigar este juicio acotándolo históricamente: Zapatero es el peor gobernante de la historia de España desde Fernando VII. Ciertamente, Fernando VII se hizo acreedor de los calificativos más crueles que se pueden predicar de un gobernante: reaccionario, idiota, cerril, torpe, arrogante, estúpido, vano.

No es para menos, montó dos guerras civiles, disolvió las Cortes de Cádiz -símbolo de la esperanza del cambio y mejora dentro y fuera de España- y consiguió el separatismo de las colonias de ultramar.

Quizá a Rajoy lo sitúe la historia al mismo nivel que Zapatero. Si el primero fue un desastre en el plano económico e histórico, Rajoy fue un incapaz a la hora de poner coto a los graves problemas de corrupción que asolaban al PP, un cobarde en el plano político y el causante de la situación que ahora atenaza nuestra democracia.

Es difícil superar a sus dos predecesores, pero Sánchez va camino de hacerlo. Se empeña cada día en encabezar el ranking.

Por mucho que practique la política de los fuegos de artificio para entretener al personal, serán dos las cuestiones por las que va a ser recordado, y no para bien, ciertamente.

En primer lugar, Gibraltar. Sánchez pasará a la historia como el gobernante que tiró por la borda la posibilidad de dar un paso de gigante en la recuperación del Peñón, o al menos, en conseguir la cosoberanía. Lo engañaron aprovechándose de su vanidad.

Este episodio recuerda la llegada de Colón a América y el intercambio de espejos y chucherías por metales preciosos. Lo triste es que quien hizo de indio fue Sánchez. Se rieron de él en toda Europa. En el Peñón siguen celebrándolo.

En segundo lugar, Cataluña. Dejando a un lado el lance de su llegada al poder con el voto de etarras, nacionalistas y separatistas –hay fariseos que cuestionan que PP y Cs se aúpen al poder en Andalucía con el voto de Vox- sus intentos de minimizar los desaires del gobierno catalán adoptando una actitud servil, denotan lo que es capaz de hacer para conservar el poder y sus oropeles. Hasta viabilizar un referéndum a cambio del apoyo al presupuesto. Indecente.

Sus ruegos a Torra para mantener una reunión oficial son humillantes. La foto le costará muy cara. La carta de la Vicepresidenta al Vicepresidente del Gobierno de Cataluña nos hace pensar en un mundo al revés en el que el que amenaza ordena y el amenazado, que dispone de todo el poder para repelar la amenaza, obedece.

Es una carta de súplica, de rendición, cuando debería ser de autoridad. Dice la Vicepresidenta que la reunión del día 21 y la propia carta, hay que enmarcarlas en la normalidad democrática. Alguien debería recomendarle ingerir para el desayuno galletas de fibra porque su estreñimiento mental le impide ver la realidad y llamar a las cosas por su nombre.

Enmarcar dentro de la normalidad democrática una reunión del Consejo de Ministros en la que es preciso movilizar a nueve mil agentes para garantizar la seguridad raya la desfachatez, la desvergüenza y la ofensa al sentido común.

Con este panorama, las encuestas dan ganador al PSOE de Sánchez: ¿quiénes aparte de los militantes y cargos políticos lo pueden votar?, ¿somos masoquistas? Preguntado Aristóteles en qué se diferenciaban los sabios de los ignorantes, respondió: «En lo que los vivos de los muertos».

Yo, a Sánchez, lo veo muerto como político.    



Dejar un comentario

captcha