China-África, una extraña relación

   Durante los días 3 y 4 del pasado septiembre se celebró en Pekín el Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC, siglas en inglés). Asistieron los jefes de Estado y de Gobierno de 53 países africanos, los jefes de la Unión Africana y el Secretario General de la ONU. Y se firmaron importantes acuerdos. Ante el potente desarrollo de las relaciones entre África y China se han abierto críticas y reservas. ¿Practica China el neocolonialismo en África? ¿La gigantesca inversión china en África conlleva dependencia?  

El nuevo plan de acción aprobado en la cumbre abarca de 2019 a 2021, y se centra en la cooperación en los sectores industrial, de infraestructuras, comercial, financiero, tecnológico, científico, de capacitación profesional, cultural, de salud pública, de protección ambiental, de paz y seguridad. En el Foro el presidente chino Xi Jinping anunció nuevas iniciativas para fortalecer las relaciones con África.  

China va a invertir 60.000 millones de dólares en los próximos tres años, entre otras inversiones, para construir líneas ferroviarias en 12 países, Tanzania, Etiopía, Yibuti, Zambia, la República Democrática del Congo, Angola, Nigeria, Kenia, Uganda, Sudán del Sur, Ruanda y Burundi.  

En los medios se presentó la cumbre con matizados y diferentes puntos de vista. El Periódico, el 15 del mes pasado, se podía leer un artículo titulado “El 'plan Marshall' chino para África, entre la cooperación y el neocolonialismo”. En El País, el 23 de julio el titular rezaba “China afianza su influencia en África a golpe de infraestructuras”.  

Desde 2009, China se ha convertido en el mayor socio comercial de África. El comercio ha pasado de 765 millones de dólares en 1978 a 170.000 millones de dólares en 2017, 200 veces más. China importa materias primas como petróleo, madera, manganeso, cobre, mineral de hierro, diamantes, platino y aluminio, y lo hace principalmente de la República del Congo, Nigeria, Ghana, Namibia, Camerún, Angola, Sudáfrica, Zambia, Guinea Ecuatorial, Sudán y Gabón.  

En el orden financiero, China ocupa el primer lugar en la concesión de préstamos a los países africanos desde 2017. Los países que más han recibido son Angola, Etiopía, Kenia, Sudán y la República Democrática del Congo. Los préstamos se destinan a la construcción de infraestructuras, sean carreteras, ferrocarriles o de electrificación.  

La concesión de ayuda financiera china a cambio de recursos naturales se extiende por toda África. Por ejemplo, China absorbe cerca de la mitad del petróleo de Luanda y cuenta con más de un cuarto de millón de trabajadores que operan en la construcción y reparación de infraestructuras en dicho país. Las dos terceras partes de las compras chinas siguen siendo materias primas pero la presencia china se ha diversificado, abarcando desde las infraestructuras a las energías renovables o la fabricación de automóviles. Así como la utilización del yuan, la moneda china, como moneda de reserva por parte de los países africanos. Angola, Zimbabue y Nigeria ya la han adoptado. Con su política de inversiones y préstamos fáciles China aleja a África del dólar y el euro.  

Un artículo en El País, el 3 de octubre, titulaba: “Un mapa que puede cambiar su opinión sobre la cooperación china en África”, y como subtítulo “La inversión del gigante asiático en infraestructuras contribuye a reducir la desigualdad”. Según el artículo, un trabajo recién publicado por la organización Aiddata, utilizando datos geolocalizados de satélite que miden en alta resolución la intensidad lumínica en una región determinada, llegaba a la conclusión de que la actividad económica vinculada a la inversión china, como carreteras y puentes, había contribuido a reducir la desigualdad.   

Es indiscutible que la presencia e influencia de China en África han dado un gigantesco salto cualitativo. Es un ejemplo evidente de un mundo cada vez más multipolar. De los líderes y pueblos africanos también dependerá que esta potente relación con China se desarrolle en función de los propios intereses africanos.



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