Merkel sobre un almacén de dinamita

El escándalo estalló semanas atrás, cuando Maassen realizó unas polémicas declaraciones en las que ponía en duda un vídeo de persecuciones de neonazis contra inmigrantes. Maassen se alineó sin ningún tapujo con las tesis de la nueva extrema derecha alemana, aun a costa de enfrentarse al gobierno y a la canciller alemana, a la que definitivamente echó un pulso descarado.

Llovía sobre mojado, porque Maassen ya había sido acusado de complicidad con la ultraderecha, y recientemente se dio a conocer el hecho de que en las últimas semanas se había reunido con altos cargos del partido Alternativa por Alemania para asesorarlos de forma que pudieran evitar la vigilancia a la que podrían estar sometidos por su propio servicio.

Tras la arrogante negativa del superespía a retractarse, el gobierno alemán se dividió. Al final, Merkel logró una solución de compromiso, que salvó por los pelos la coalición de gobierno. Maassen fue cesado y abandonó la jefatura de los servicios secretos alemanes, pero al tiempo fue “ascendido” a una secretaría de Estado del Ministerio del Interior, bajo el mando de Seehofer. Este escándalo ha puesto a la luz de nuevo la fragilidad del actual gobierno de Merkel y el terreno minado que pisa hoy en día la canciller.

Hace solo tres meses, el tema de la inmigración ya provocó un cisma así, que se salvó con un compromiso por los pelos. Ahora el compromiso aún ha sido más difícil, y obligado a mayores concesiones a una extrema derecha que cada vez actúa con menos tapujos en Alemania… y cuenta además con el viento a favor que le inducen el auge de la extrema derecha en toda Europa y el apoyo que llega del otro lado del Atlántico, donde un Trump crecido empuja a Europa a un cisma mortal.

Merkel trata de empujar el europeísmo a un compromiso mayor, pero sus problemas ya no están tanto fuera, como dentro de Alemania, donde sus enemigos actúan desde dentro de su propio gobierno, alentados por un Trump que no ha dudado en los últimos meses de llamar a Alemania, a Merkel y a toda la UE como un “auténtico enemigo”.

¿Superará su gobierno un tercer desafío?



Dejar un comentario

captcha