Pseudo renovación frente a parasitismo

Lamentablemente –y utilizo este término porque tengo grandes amigos en el partido popular con auténtica vocación de servicio a los ciudadanos-, el PP se viene pareciendo cada día más a un cuerpo en descomposición en el que sobreviven larvas y moscas que lo viene parasitando y alimentándose a sus expensas desde tiempos que ya parecen prehistóricos. El sistema inmunitario del partido, como debería haber sido lógico en cualquier ser vivo, no funcionó y, por ello, no es extraño que haya sido fagocitado por otros organismos con hambre de poder.

Lo tenía merecido, no solo por sus continuos casos de corrupción frente a los que hubo una permisividad total, sino por haber vinculado su destino al voto traicionero de los nacionalistas vascos, comprado ilícitamente a precio astronómico con dinero público.

Destronado el inútil, cobarde, irresponsable y melifluo Rajoy, llega el momento del relevo. Las opciones, ciertamente, no son ilusionantes y, ante ellas, no cabe hablar de transformación, que es lo que realmente necesitaría el partido. Los comisionados deben elegir entre lo malo y lo peor, entre la pseudo renovación y el parasitismo.

Pablo Casado, nacido en 1981, se afilió al PP en 2003 y desde ese año está vinculado a la política, habiendo desempeñado cargos orgánicos y electivos. No es un neófito. No sabe lo que es trabajar y ha venido viviendo del presupuesto público a lo largo de toda su vida. No es un ejemplo para la juventud de este país.

Es Licenciado en Derecho, aunque aprobó algunas asignaturas en tiempo record, y determinados másteres que figuran en su currículo están en entredicho. En concreto, el expedido por la Universidad de Harvard, se celebró en Aravaca y duró cuatro días.

Ha conseguido unos compañeros de viaje más por reacción, que por convicción. Enemigos acérrimos de Soraya, aprovechan la coyuntura para vengarse por los desaires sufridos. Se alían con Pablo en contra del aparato.

Soraya Sáenz de Santamaria nació en 1971 e inició su carrera política en el año 2000. Es Abogada del Estado, lo que implica haber superado una de las oposiciones más difíciles de las que existen en el panorama público, lo que la hace acreedora de un mérito innegable. No necesita más currículo, ser Abogada del Estado da cuenta de su valía profesional.

Sus compañeros de viaje lastran sus posibilidades porque alejan su proyecto de cualquier expectativa de cambio. Que Celia Villalobos, auténtica vividora de la política, maleducada y déspota con sus subordinados, la apoye, es como pretender mantenerse a flote con un ancla al cuello. ¡Qué decir de Javier Arenas, caso único de supervivencia política tras siete elecciones perdidas! El aliento de Cristóbal Montoro es más venenoso que la dentellada de un dragón de komodo. El patrocinio de Rajoy es un dardo envenenado con resultados mortíferos. La defensa de Zapatero resulta más letal que la mordedura de la king cobra. En definitiva, su candidatura está tan contaminada que aun en el caso de resultar vencedora, será el fin del PP que para renacer, deberá refundarse.

Los compromisarios deben elegir, en fin, entre lo malo y lo peor.

Es un hecho que todos los partidos del arco parlamentario nacional se han renovado y sus líderes son personas jóvenes. En esa estela, no cabe duda de que la opción más apropiada sería la de Pablo Casado, pero la sombra de su carrera y de sus másteres planea en torno a su cabeza y una investigación sobrevenida sobre un Presidente recién elegido propiciada por el fuego amigo, resultaría mortal para el PP.

En todo caso, «el cambio es ley de vida y quien solo mira al pasado o al presente, pierde el futuro» (JFK).    



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