Sobre Pistas de Montaña y riqueza

Desde hace ya unos cuantos años, muchos, los ganaderos y los pobladores de la Parroquia de Casomera, en el Concejo de Aller, vienen solicitando reiteradamente una solución al tránsito de ganado y el acceso a las fincas y caserías de montaña y  hacia el Puerto de Piedrafita,  lo cual a su vez facilitaría el acceso a otros mayaos, desde tiempos inmemoriales usados como lugares de pasto; auténticos poblados de trashumancia y resguardo para la ganadería del contorno, no sólo de la parroquia. Hablamos en concreto la “pista al Campanal/Puerto de Piedrafita”, que viene siendo una reivindicación ya de mediados del siglo pasado. (Por aquel entonces, vecinos, guardería y Policía Municipal estudiaron in situ las dificultades  y perjuicios que ofrecía y se convino que no ofrecía problema alguno, sino que más bien facilitaría los duros trabajos de vaqueros, transeúntes y de la propia guardería, como se pudo comprobar en otras pistas abiertas en otros lugares. De hecho de aquella caminata surgió un informe favorable que obrará en el archivo municipal.

En conclusión: no era óbice, ni cortapisa para el hábitat del Urogallo y otras especies. El mayor enemigo con que se encuentran los pobladores y ganaderos de estas zonas son algunos grupos ecologistas, que con su pertinaz oposición parecen querer convertir Aller en una reserva para visitantes de domingo, olvidando con ello que una de las causas de abandono de las aldeas, pastos y caseríos de montaña es precisamente la dificultad para poder vivir dignamente de la ganadería. La prohibición de realizar “pistas” de montaña, o arreglo de caminos, incide muy gravemente en el abandono de los pueblos, que es algo que hoy se quiere revertir.

Viene esto a cuento de la denuncia que un grupo ecologista ha interpuesto contra vecinos, ganaderos, pobladores, Ayuntamiento y Guardería del Principado de Asturias por haber permitido, visado y realizado una pista de acceso hasta “El Campanal”, cerca del Puerto de Piedrafita. El día Cinco de Abril de 2018 será la vista.

Personalmente me gustaría que estuviesen presentes cuantos ganaderos se vean afectados por este problema de carácter “presuntamente” ecológico. En mi opinión sólo se van a dilucidar los asientos remunerados de estos señores, cuyo servicio a la comunidad es bien flaco. Un vistazo a los archivos del hoy Principado de Asturias, tendría que dar al traste con todas las teorías de la ecología de bajo nivel. Dice la historia, esta vez centenaria, que este es un camino de tránsito y unión permanente entre las dos provincias, León y Asturias y  por ende, la Parroquia de Casomera con la comarca de los Argüeyos en la vecina Provincia.

A más abundamiento, otro repaso  a la historia local y asturiana le haría ver que esa pista, hasta hace unos meses sendero comido por los artos, forma parte del Camino de Santiago, siendo muchos los vestigios, (algunos aún se pueden ver) que lo atestiguan, según aseveran los expertos. Y, a pesar de todo,  la fauna y flora pervivieron a través de los años, incluido el Urogallo. Es decir, el hombre no acaba con la naturaleza, sino que la necesita para su supervivencia y, por tanto la cuida. Las obras fueron autorizadas por el Excmo. Ayuntamiento de Aller y pagadas en parte por aportaciones de los vecinos usuarios y supervisadas por la guardería del Principado. Por otra parte, (y es lo que interesa de este acceso a los montes,  prados y puertos y a los ganaderos), nadie puede pretender que  las personas que viven, (trabajan, sudan, y cuidan el monte, la ganadería y, de paso,  mantienen a raya a los animales salvajes), lo hagan  como se hacía en el siglo XIX, con mulas, burros y caballos.

Es preciso facilitar el trabajo de la misma manera que en las industrias urbanas y oficinas administrativas, PRINCIPADO, ARCELOR, OFICINAS DE SEGUROS, BANCOS ETC…, (por poner ejemplos), se innova en material tecnológico, con el fin de obtener mejorías en el negocio. Mantener el monte aislado de los hombres es el mayor error que se ha cometido y comete desde que tengo memoria.  (Véanse, sino, las matanzas de animales realizadas por parte de lobos, raposos… (y pronto por los osos), debido al despoblamiento de pueblos y la inaccesibilidad a los puertos.

Véase también la proliferación de especies salvajes a la puerta de las casas. ¡Cómo será que hasta la guardería ha de proceder al sacrificio de tanto jabalí y pronto tendrán que proceder a controlar así al lobo! Ya se han visto merodear por varios pueblos.  Por otra parte, no solo se está perdiendo riqueza en unos montes cuyo suelo hoy no es más que fueyas amontonadas de muchos otoños y árboles, (esas fayas centenarias, carrascos, robles, castaños, etc…), que hoy nadie cuida y están arruinados y arrumbados y que antes, cuando el hombre habitaba el monte, estaban limpios, herbosos, exuberantes, porque se aprovechaban sus recursos en vida y se mantenía fértil el suelo gracias a los cuidados del hombre: limpiando el suelo de broza para que el pasto de los animales dejara crecer nuevos retoños. Pastos que hoy no existen porque no nacen.

Los árboles no dejan ver el sol y, por tanto, no permiten que crezca la hierba. (No hay un solo cortafuegos hecho en todo ese tramo de bosque, que es inmenso, como bien se sabe. Es preciso echar cuentas del coste de los medios, terrestres y aéreos que se consumen apagando incendios de forma continua y compararlos con una prevención humana, producto del propio interés en salvaguardar la subsistencia, la vida de la zona.

Las pérdidas son visibles: riqueza maderera, (sin explotar), y ganadera que no se genera en el monte de “El Campanal” y todo su entorno, que es enorme y se extiende hasta la otra vertiente desde “Bustempruno”,  a “La Matancia”. En este entorno, los amantes del campo, podrán contemplar las ruinas de lo que en otros tiempos fueron auténticos poblados de trashumantes a los que se subía en el estío con todo lo que se tenía: gochos, pitas y, por supuesto las vacas, que eran la riqueza laboriosa, (muy laboriosa).

Hoy solo hay restos de cabanas, establos en el suelo, maleza donde había pasto… Esta es la otra gran pérdida: las rutas de montaña, de los mayaos, que atraerían a muchas personas todos los años. Y, ya se sabe: por donde circula la gente se genera riqueza. Creo que están muy equivocados con su concepto de ecología.

La ECOLOGÍA, como equilibrio, debe proteger el medio, cierto. Pero en el medio está el hombre que cuida el ecosistema, que vive de esos recursos y hace rentable el hábitat del oso, el lobo, el urogallo y, el hombre de pueblo, ese ser al que resulta tan fácil olvidar.



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