El problema catalán

Cuando empieza a soplar el viento
algunos corren a esconderse
mientras otros construyen molinos de viento

(Proverbio asiático)

He querido dejar pasar unos días después del uno de octubre antes de reflexionar sobre la lamentable situación que se está dando en Cataluña y que hace que los españoles estemos preocupados no solo por el futuro de dicha autonomía sino también del propio país.

Lo cierto es que esta deriva independentista de parte de sus instituciones viene ya de lejos. De cuando la Justicia decidió por fin meter mano al clan Pujol y demás acompañantes. La elevada corrupción conocida como la mordida del "3 por ciento" era pública y notoria pero en su momento el gobierno de la nación, en concreto el Partido Popular, atacado también en muchos de sus frentes por el mismo mal, se puso de medio lado, esto es, miro para otro lado y así fue creciendo un sentido independentista tendente en su momento a hacerse con el poder total en Cataluña y seguidamente no solo proclamar la república sino también aplicar una amnistía general que lavara los pecados económicos de los grandes clanes catalanes.

Pero la situación se ha ido de las manos a unos y a otros. Los actuales dirigentes de la Generalitat son unos chapuceros puestos de parachoques por los verdaderamente responsables quienes se apoyan en una parte minoritaria de la población muy radical que cree que fuera de España les iría mucho mejor, pobres infelices. Además la tormenta independentista ha llegado en un momento en que el gobierno de Mariano Rajoy y en concreto el Partido Popular están débiles, intentado gobernar en minoría. Con una izquierda desnortada y un centro derecha insuficiente.

De esta guerra, que lo es, el jefe del Ejecutivo saldrá escaldado y el PP va a tardar años en limpiar sus trasteros además de tener que renovar a fondo cuadros y dirigentes. También es de dominio público que el actual secretario del PSOE Pedro Sánchez, al que le reconozco buena intención ciudadana, no da la talla lo que es reconocido por parte de sus bases y por casi todos los dirigentes históricos del histórico partido. De Izquierda Unida mejor no hablar, diluida ya en gran parte en Podemos, partido éste de nueva creación que tampoco ha sabido en estos momentos estar a la altura de su postulado de izquierda con un dirigente, Pablo Iglesias, que parece haber perdió el norte entre plató y plató situándose en una posición extrema de muy difícil aceptación.

Solo el líder de Ciudadanos, el catalán Albert Rovira, mantiene el tipo como dirigente nacional de centro derecha y como al final la situación va desembocar en elecciones en Cataluña y en España puede que nuestra sufrida nación se despierte ese día con un nuevo partido gobernante con el citado, catalán, joven y de momento inmaculado, por más señas, en La Moncloa. Actualmente Ciudadanos ya es la primera fuerza de la oposición en el Parlament. Ciudadanos de momento está limpio de polvo y paja y su moderado lenguaje trae tranquilidad a los hogares. Claro que antes hay que resolver el actual lio y enviar a Puigdemont y compañía a galeras. A estas alturas de la película no queda otro remedio.



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