Voto versus democracias

¿Alguien se imagina que unos delincuentes que están atracando un banco exijan a la policía que no los perturbe porque el atraco es el resultado de una votación? ¿Se pueden identificar voto y democracia?

Algo parecido está ocurriendo en Cataluña. Un grupo de presuntos delincuentes quiere convencer al pueblo de que tiene derecho a votar la independencia porque ellos han decidido democráticamente que ello sea así, olvidando que la democracia exige respeto a los procedimientos, a las formas y que la votación tenga por objeto una decisión que sea legal.

¿Qué tendrán en la cabeza los dirigentes catalanes y la gente que los secunda? ¿Será tan difícil entender que el referéndum que pretenden es ilegal? ¿Alguien con dos dedos de frente y medio de sentido común puede validar el bochornoso espectáculo vivido en el Parlamento catalán días atrás? ¿Se equivocan el Tribunal Constitucional, los jueces, el Consejo Consultivo de Cataluña, los letrados del Parlamento? ¿Se equivoca todo el mundo que no sea independentista? ¿Están locos? En España dicen que hay 700.000 analfabetos: ¿estarán todos en Cataluña?

Están metiendo al pueblo catalán en un buen lío del que tardarán tiempo en salir, y le están proporcionando al PP la coartada perfecta para resucitar y aparecer ante la opinión pública como el gran partido que defiende la unidad de España, la Constitución, la legalidad, los derechos de todos los ciudadanos, la libertad y la convivencia. Y, además, está sorprendiendo muy satisfactoriamente por el control que tiene de la situación. Da una buena sensación, sabe perfectamente lo que hay que hacer para desmantelar esta patraña, sin aspavientos, con elegancia, con dominio. Y gracias a Dios que es el PP el que está en el poder. ¿Alguien se imagina lo que podría pasar si gobernara el PSOE de Pedro Sánchez en coalición con Podemos, a quienes resulta indiferente que España se parta en pedazos?

Ciudadanos se equivocó al presentar una proposición no de ley de apoyo a las medidas del Gobierno sin negociar previamente. La buena voluntad en política no basta, sobre todo cuando se tiene enfrente a Pinito del Oro -como llama algún comentarista a Pedro Sánchez, por sus continuos malabarismos-, que evidenció de nuevo su insensatez.

Pero goce o no del apoyo del Parlamento y ante este estado de levantamiento, el Gobierno, los jueces y la policía deben seguir actuando tanto contra las autoridades, funcionarios y políticos que alientan y favorecen este movimiento como contra las empresas colaboradoras. Y que nadie hable de presos políticos, son políticos presos presuntos delincuentes. Está en juego nuestra soberanía y el Gobierno está obligado a preservarla haciendo uso de todos los medios que el Estado de Derecho pone a su alcance, que, como vemos, son muchos y muy eficientes.

Pasado el 1-O, será el momento de la política, de pensar muy bien qué es lo que procede hacer, pero, primero, los responsables de esta algarabía deben ser juzgados y en ningún caso podrán ser interlocutores. Con los presuntos delincuentes solo se puede negociar la rendición.

Puigdemont, que ni siquiera fue elegido por el pueblo, encarna la metáfora del pez en la red, que se debate para encontrar una salida pero que sabe que ya no la tiene. Cuando la red sea sacada a la orilla y sea abierta, no por él, sino por la justicia, la salida no será la independencia, sino la inhabilitación y quizá la cárcel.



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