Democracia a la española

Parece que fue ayer, pero han pasado 40 años desde que se celebraron las primeras elecciones generales después de la larga dictadura de Francisco Franco Bahamonde. Decimos que hace 40 años llegó la democracia a España y nos congratulamos que aquella etapa negra de la guerra civil -una catástrofe provocada- y la otra etapa tan negra de la posguerra -una catástrofe estudiada, meditada y ejecutada- hayan tenido, aunque tardíamente, un final más o menos aceptable teniendo en cuenta todo lo que hasta entonces había sucedido.
 
Soy de los que opino que fueron aquellos primeros años, cuando los españoles pudimos acudir libremente a las urnas, los que se usó la democracia con limpieza tanto por parte de los votantes como por parte de los candidatos de las diferentes formaciones políticas que aspiraban a ser elegidos. Había ansias de libertad y se empezaba a respirar libertad en el más amplio sentido de la palabra.
 
¡Qué poco duró todo lo bueno de aquellos años de cambio!.
 
Duró hasta que el político o el sindicalísta de turno -con el apoyo y la complicidad de los poderes fácticos y los poderes económicos interesados- metieron impunemente la mano en la caja de todos los españoles y empezaron a sustraer billetes sin dejar resguardo o justificante alguno. Tan bien les salió el negocio a aquellos pioneros que después, como por simpatía, unos directamente y otros oyendo, viendo y callando, se subieron masivamente al carro lucrativo de la "democracia" corrupta.
 
Llevamos 40 años de democracia, pero nos faltan -como mínimo- otros 40 años de limpieza general para que nuestros representantes puedan considerarse al mismo nivel que otros de alguno de los países de nuestro entorno. Visto lo visto los que ahora tenemos está claro de que no sirven.
 
No obstante que la democracia perdure eternamente.



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