Silenciados. Acallados

El inmenso poder mediático impide que se difundan adecuadamente las múltiples voces de alerta, las propuestas para nuevos enfoques, para cambios radicales, para la transición de la fuerza a la palabra, para la inflexión histórica de la nueva era que se ha iniciado… 
 
Repito hoy, lo que escribí en el mes de octubre de 1992 en “Terral”: 
 
“El presente todo lo acapara, 
 lo ocupa todo. 
Su griterío impide 
oír el pasado. 
Su ajetreo oculta 
el futuro
y todo se quebranta 
y ensombrece. 
Debemos ver cada día 
los ojos de los todavía 
no nacidos 
que nos miran. 
Debemos decir lo indecible, 
lo que no quiere ser oído 
si pretendemos vivir 
con la cabeza erguida 
y mirar a nuestros hijos… 
 
Sólo la mano tendida 
podría avivar la lumbre 
y orientar nuevos rumbos…” 
 
¡Hace 25 años! Es ahora sí urgente todavía decir lo que no quiere ser oído. Y tender manos solidarias, nunca más alzadas. 
 
No nos dejemos acallar. Podemos y debemos expresarnos. Grandes clamores presenciales y digitales podría, por fin, poner en manos de la gente las riendas del destino común.



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