Cuesta de enero

Como suele ser habitual enero es un mes que a los ciudadanos de a pié nos cuesta subir precisamente su cuesta. Este año recién estrenado da la impresión de que va a ser duro con importantes aumentos de precios, comenzando por la luz y siguiendo con el copago de los medicamentos mientras nuestros políticos, por supuesto, no se bajan ni un céntimo de euro los sueldos.

Sus cúpulas, la de los partidos, están a lo suyo. El PSOE a intentar levantar vuelo través de una gestora que preside el asturiano Javier Fernández y que cada vez me parece más perdida en el mar de la incertidumbre y la incomprensión de las bases y los demás con presencia parlamentaria a resolver en febrero sus congresos. Desde luego el único liderazgo no discutido todavía es el de Mariano Rajoy en el PP y es que hasta Pablo Iglesias lo tiene crudo en Podemos. La Unión Europea va a enfrentarse por fin con la salida de Gran Bretaña y España con el independentismo de Cataluña, al menos de una parte de ella. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría como bombera mayor del gobierno central en que se ha convertido está un día sí y otro también en Barcelona intentando recomponer unas relaciones que Mariano Rajoy y los suyos tuvieron abandonadas durante los últimos cuatro años por la prepotencia que da la mayoría absoluta.

A todo esto los pensionistas aguardan con expectación la tradicional carta que por estas fechas la ministra de Trabajo Fátima Bañez les envía y en la que a modo de inocentada con retraso les anuncia un aumento de sus pensiones del 0,25 para el 2017 y a lo mejor ahora también el aumento del copago farmacéutico, que el estado del bienestar, promesas aparte de nuestros políticos, se está yendo al carajo.

Los partidos políticos continúan para justificar sus enfrentamientos esgrimiendo trasnochados clichés de ideologías que para la mayoría de los ciudadanos están en el recuerdo de épocas pasadas. A todo esto España necesita que se aprueben los presupuestos ya y que se estabilice la creación de empleo fijo. La patronal, sobre todo en Asturias, está como encogida. Menos mal que de vez en cuando continúan apareciendo algunas multinacionales. Ahora un empresario hindú con sede en Dubai acaba de adquirir talleres Jesús Alvarez en Langreo. Cualquiera día algunos tiburones financieros engullirán a una de nuestras emblemáticas empresas, Duro Felguera, camino de caída libre por la mala gestión de su controvertido presidente, Angel del Valle, yerno del accionista principal Juan Gonzalo Alvarez Arrojo. Me ha dejado muy preocupado, al igual que a los muchos accionistas minoritarios que la compañía tiene en el Principado, la dura nota de los comités de empresa en la que denuncian cómo la compañía va camino de la insignificancia mientras de unos meses para acá muchos de sus técnicos y ejecutivos buscan trabajo en otras firmas, fundamentalmente de la competencia.

Siempre dije que desde que el anterior presidente Juan Carlos Torres Inclán fue cesado la Duro no levantó más la cabeza, siendo como es una de las tres empresas relacionadas con Asturias que cotizan en bolsa. Las otras dos son Liberbank y GAM.

Ha habido ejecutivos que bajo la protección de los gobiernos autonómicos del Principado se han empeñado en fastidiar nuestra tierra mientras parte de nuestros políticos hacían de palmeros de algunas de sus decisiones. Por ejemplo, la gestión de nuestro hotel más emblemático, El Reconquista, ahora cedida a una empresa catalana. Desde el primer día los enfrentamientos con el personal han sido la nota dominante, no la mejora de servicios o instalaciones, eso no. La situación ha llegado a tal punto que CCOO solicita al Principado la declaración de persona non grata a su director José María Barrán. Creo efectivamente que va siendo hora que los asturianos comencemos declarando personas non gratas a más de un ejecutivillo de gran ínfulas y peor gestión. Otro que ocupa un buen lugar en la posible lista es el consejero de Liberbank Manuel Menéndez que pasará la historia como el hundidor de la Caja de Ahorros de Asturias y es que no hay peor cuña que la de la propia madera.


En fin, las carencias de Asturias cada vez son más grandes y la paciencia de los descendientes de Pelayo creo que se van agotando.



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