"Tecnópolis y la industria argentina"

El presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Enrique Martínez, destacó cómo la mega muestra de ciencia que se montó en el predio de Villa Martelli comparte con grandes y chicos "el fascinante mundo del conocimiento".
Uno de los efectos muy interesantes que se derivan de la decisión de llevar adelante Tecnópolis es la excitación que cruza horizontalmente a todo el sistema de ciencia y tecnología argentino, por el espacio enorme que se abre para mostrar, vincular, comunicar al conjunto de la sociedad. Una combinación de factores externos y de la predisposición de los investigadores llevó desde siempre a cierto aislamiento entre los laboratorios o plantas piloto y la ciudadanía.

Tanto el ciudadano medio como incluso los funcionarios de gobierno o los emprendedores de todo tipo se han encontrado normalmente con barreras de comprensión, de objetivos, de métodos de análisis, que han convertido al conocimiento técnico en un componente difícil de admitir como móvil, como transferible, desde un generador o divulgador hacia un receptor que lo transforme en bienes o servicios útiles para la comunidad.

Tecnópolis cubre una primera fase esencial. Le muestra a un espectro social amplísimo una diversidad de aplicaciones del conocimiento. La multiplicidad de objetos que apuntan a satisfacer necesidades, como la energía o el transporte, o simplemente a brindar esparcimiento, en una gama de formas que no tiene límites, consigue informar y sorprender al mismo tiempo, lo que anticipa para muchos una segunda ronda de información y análisis, que busque reducir el deslumbramiento y aumentar el saber.

Las segunda y tercera fases son más complejas y la responsabilidad de planificarlas y ejecutarlas le corresponde al propio sistema de ciencia y técnica, más que a la unidad especial que se configuró para la exitosa muestra. Se trata, en primera instancia, de conceptualizar la relación entre los saberes disponibles en el país y la producción de los bienes o servicios que forman parte de la demanda social global.

En una instancia ulterior se deberá tratar de identificar y transitar los caminos para que esos saberes sean efectivamente utilizados de manera sistemática, construyendo y consolidando un tejido productivo moderno, que es el que en definitiva asegura un empleo masivo y de calidad. Tecnópolis muestra en términos de divulgación básica el fascinante mundo del conocimiento. Hasta allí es un logro de gran magnitud.

Ahora corresponde superar el desafío de meter más y más gente dentro de ese espacio de conocimiento, consiguiendo que se lo apropien. La apropiación profunda del conocimiento es un hecho tan virtuoso que, a diferencia de los bienes que se comercializan en el mercado, cuando se transfiere conocimiento no se lo pierde, sino que por el contrario, se generan interacciones futuras que es muy probable que lo enriquezcan.
Para llegar a esa instancia se deben superar varios escollos.

Uno no menor está en la cultura de los profesionales del conocimiento, que suelen enamorarse del secreto natural descubierto o del concepto filosófico o sociológico estructurado y se concentran en esa relación sujeto-objeto, como suelen hacerlo los fanáticos de un auto, que usan todo su tiempo libre para lustrarlo. Ese cariño por el saber debe canalizarse de modo social, identificando la capacidad de mejorar la interpretación ciudadana de la vida cotidiana, a que da lugar el nuevo saber y haciendo saber eso a los compatriotas.

Otro está en la inevitable articulación de equipos de trabajo, con saberes diferenciados, cada uno de los cuales es un eslabón de una cadena que lleva hasta un producto final. Tanto al interior del Estado como en la relación público privada, son más las experiencias de confrontación que las de cooperación. Sin embargo, hay que encontrar esos espacios o resignarse a la frustración.

Un tercer espacio a dominar es el hecho de que Argentina no está sola en el mundo, ni en términos de generación y disponibilidad de conocimientos, ni mucho menos en términos de unidades de producción o de negocios.

Esto agrega, en términos bien controversiales, el concepto del poder, como condicionante del desarrollo y del uso del conocimiento. Un país donde las industrias líderes son en su gran mayoría filiales de multinacionales, tiene y tendrá problemas de falta de recursos aplicados al tema e incluso falta de vocación por romper vínculos con las centrales de saber productivo que funcionen en las casas matrices.

Esta es la faceta más política del escenario, que puede no tener solución alguna a partir del simple sentido común, sino soluciones –o falta de ellas– arbitrarias, cuya única explicación es la decisión unilateral de quien tiene el poder económico para decidir por sí y ante sí.

Es aquí donde la acción pública tiene ante sí la tarea más ardua, para definir los sectores que se consideren estratégicos desde la perspectiva del conocimiento, su potenciación y su vínculo permanente con actores productivos nacionales, cualquiera sea la conducta de las compañías internacionales que operen en el país.

Lo anterior no es un catálogo de tareas pendientes. Son sólo pinceladas de una gigantesca y fascinante tarea en ejecución, con mucho por hacer y de la cual a partir de Tecnópolis se aumenta la sensación que todos los argentinos somos socios



1 comentario

  • # Marcos Responder

    17/10/2017 19:54

    ¿Qué fue del proyecto al final nada no? Una pena sería la leche poder llevar todo como si fuera una maleta

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