¿Hasta cuándo, Catilina…?

¿Hasta cuándo toleraremos que sean “los mercados” –por cierto, ¿quiénes son, exactamente, los mercados?- los que manejan la agenda de un mundo a la deriva, preocupados sólo por la economía en lugar de hacerlo por la justicia y la ética?

¿Hasta cuándo llegaremos al borde de la revolución -como en Grecia- estrujando lo indecible a los más vulnerables y desposeídos cuando los del “gran dominio” exhiben sus beneficios y se atribuyen cuantiosos estipendios?

¿Hasta cuándo reduciremos aceleradamente el déficit haciendo imposible cualquier recuperación laboral, social y económica?

¿Hasta cuándo nos ceñiremos al euro regulado como se debe frente a otras divisas desreguladas –y con máquinas de hacer billetes- como no se debe?

¿Hasta Cuándo seguiremos comprando productos procedentes de una deslocalización excesiva, guiada por la codicia, que no originan trabajo local ni contribuyen al bienestar de los ciudadanos “nativos”?

¿Hasta cuándo seguiremos confiando en instituciones financieras carentes de transparencia y con fondos en paraísos fiscales?

¿Hasta cuándo aceptaremos que grupos oligárquicos como el G8 o el G20 sigan intentando infructuosamente gobernar el mundo en lugar de proceder, con la urgencia y la lucidez exigibles, a la refundación de un Sistema eficaz de las Naciones Unidas?

Etc, etc…

¿Hasta cuándo?



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