Don Miguel Ángel Revilla

El pasado día 13, vísperas del partido entre el Sporting y el Santander, decisivo para los xixoneses, don Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria y del PRC, hacía una petición pública para que los aficionados del Racing —en devolución del apoyo prestado a este la temporada pasada por el Sporting, cuando el equipo santanderino se encontraba en apuros— apoyasen al Sporting en su visita a El Molinón. «Hoy por ti, mañana por mi» era el lema/argumento del presidente cántabro. Y cerraba su petición con un «¡Puxa Sporting!», al tiempo que subrayaba la profunda «hermandad» entre Cantabria y Asturies. Como es sabido, su misiva levantó extrañeza y polémica suscitando, entre otras, la crítica del presidente del Coruña, Agusto Joaquín César Lendoiro.

               El señor Revilla es, ciertamente, un político singular, extravagante podríamos decir, si el término «extravagante» no estuviese tan cargado de connotaciones negativas. Lo es por su comportamiento, poco dado al fasto y la pompa. Lo es por su forma de expresarse, a la pata la llana, generalmente, como si mantuviese una discusión en un chigre, sin que ello implique —aclarémoslo— que los contenidos sean las trivialidades o arbitrismos propios de esos lugares de consumo y sociabilidad.

               Una de las más distinguidas características de su personalidad —apreciable especialmente desde nuestra tierra— es su profunda asturianidad. Esa asturianidad es doble, de un lado su continua presencia en nuestro solar patrio y las múltiples relaciones que con asociaciones llariegues de todo tipo mantiene; de otro, su intensa asturianidad cántabra, el orgullo con que presume de aquellos rasgos identitarios que la antigua expansión del Reino de Asturies constituyó en los territorios en donde tuvo lugar su presencia. O, si se quiere, de la notable comunidad cultural que subsiste entre una parte de Cantabria y Asturies.

               (No se olvide que Asturies se extendía, hacia la zona oriental, hasta Las Encartaciones —en lo que hoy es Vizcaya— y Castilla, frontera oriental del Reino esta, de cuyos habitantes se reían, por cierto, en la capital, León, cuando a ella venían, por su habla rústica y aldeana. Evidentemente, ahí estaba incluida la actual Cantabria.)

               Pues bien, en el ejercicio de ese orgullo de su identidad cántabro asturiana, don Miguel Ángel Revilla se retrata con madreñes, tiene una amplia colección de discos de El Presi y de tonada, escancia sidra, echa cantaraes con los paisanos y grita ¡Puxa Sporting! o ¡Puxa Asturies!

               Es evidente, en virtud de estos últimos datos, que, si el presidente de Cantabria es un político señero y extravagante en el conjunto de España, lo es mucho más desde el punto de vista asturiano. Es inconcebible un político asturiano con un cierto éxito que se manifestase con el uso de las señas identitarias de la nación, como lo hace don Miguel Ángel Revilla. Piensen, nada más, en alguno de ellos emitiendo tan minúsculo atrevimiento como un «¡Puxa Sporting!» o «¡Puxa Asturies!» y les costará mucho tener tal suposición como verosímil. Pero, desde el punto de vista contrario, tengo para mí que los asturianos no votarían nunca de manera mayoritaria a un coterráneo que, al igual que el presidente del PRC, se produjese con igual desenfado en aquellos modos que tantos tienen como inadecuados o vulgares sólo por ser asturianos. Más aún, estoy seguro de que el señor Revilla, a pesar de despertar tantas simpatías en nuestra tierra, nunca suscitaría la empatía suficiente para concitar caudalosamente en su persona la confianza, el enfotu, que es el voto.

               Quizás pueda explicárnoslo un dato que he contado alguna otra vez. Durante el gobierno de don Antonio Trevín se organizó una exposición sobre los astures prerromanos. Ástures, pueblos bárbaros en la frontera del Imperio, se denominaba. En contraste, una muestra del mismo género y de la misma fecha en Cantabria llevaba por título el de Cántabros, el origen de un pueblo. Es esa la visión de mundo que nuestra acomplejada intelligentsia regional posee, aquella de la que ha ido imbuyendo a la sociedad durante décadas. La misma mentalidad que hizo levantar en Xixón una estatua al invasor y sojuzgador César Augusto, en agradecimiento porque habría venido a librarnos de nosotros mismos, a «civilizarnos». ¡Y así nos va!

               Por cierto, tecleen ustedes en el ordenador «asturianidad» y «asturianista», verán cómo, de inmediato, aparecen subrayadas como incorrectas. Efectivamente, España, el diccionario castellano, no las reconoce, las tiene por inexistentes. Eso es lo que somos y pintamos los asturianos: nada.



7 comentarios

  • # SANTULLANO Responder

    13/12/2011 15:48

    como carbayón desconicía la historia de la mujer de negro. ¿ Quién sería?. Dejemos volar a la imaginación. Gracias una y mil veces por asomarnos a través del ordenador al pasado, y podemos disfrutarlo en el presente.

  • # JAF Responder

    13/12/2011 16:29

    Gracias por recordarme mi infa cia y adolescencia debajo de esos arboles que forman parte de nuestra identidad Astur.ElTexu forma parte de mi entorno y bajo su sombra me diverti con juegos y reuniones de amigos."yes mas vieyu que el Texu Santana",decian.

  • # Xana Responder

    14/12/2011 08:30

    Me gustó mucho, no conocía esas leyendas.

  • # xicu Responder

    14/12/2011 15:18

    artículos muy interesantes y bien documentados.

  • # mayuelu montés Responder

    18/12/2011 19:59

    DPM. Encántame'l trabayu. A ver si agora s'anima la xente a volver plantar texos en cementeriu, lloreos y carrascos nes sevies d'alredor de los pueblos, y robles y castaños nos llindes... como siempre se fexo. Gracies a eso tan ahí, dándomos alientu. :¬)

  • # babin Responder

    14/01/2012 13:05

    Cuanto sabe esta chica y que bien documentada está. Yo de esto no tenía ni idea

  • # sidru Responder

    27/01/2012 20:34

    al acebo también se le conoce con el nombre de briscu

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