Acampando

   Cae la noche en Sol. Una multitud de tiendas de campaña custodian la estatua ecuestre de un Carlos III que, al igual que gran parte de los españoles, observa perplejo y asustado a la turba de defensores que le rodean. Todo lo que se ve en la plaza es extraño, diferente. Jóvenes con casa durmiendo en la calle, predicadores buscando su momento de gloria, policías con ganas de irse a dormir, pasivos parados deambulando, voluntarios limpiando el suelo y repartiendo comida, “perroflautas” fumando un porrillo. Sólo existe un denominador común: la ilusión de todos los rostros. El espontáneo campamento gitano es una fiesta pacífica donde todos son diferentes e iguales al mismo tiempo, donde todos, tengan una enorme cresta o la camisa metida por dentro del pantalón, quieren participar en el cambio. Es la viva imagen del individualismo solidario, es ese hormigueo que te recorre el cuerpo al ver que de veras existe la bondad, que no todo es egoísmo en el mundo.

 

   Son las cinco de la mañana. La voz de un megáfono irrumpe en la noche: “En diez minutos asamblea al lado de la estatua del oso y el madroño”. La multitud comienza a levantarse; es la hora de poner ideas en común. Una amplia asamblea de casi mil personas se organiza en torno a los portavoces de los comités. Al ritmo del turno de palabra grandes ideas y enormes charlatanes se van sucediendo. Entonces, de repente, algo inesperado sucede entre tanta batalla dialéctica. Un joven anarquista toma la palabra. “Este movimiento quiere un cambio drástico y profundo. No somos reformistas, no somos Democracia Real Ya. Desde ahora, nos escindimos del movimiento. Quien quiera unirse a nosotros que venga al otro extremo de la plaza”. Tras esto, un incómodo silencio, y tras el silencio, abucheos. Nadie quiere separarse. El joven con una pequeña cresta y aros en la oreja se sienta en el suelo abochornado. Esta es la viva imagen de la democracia. El movimiento muestra su rechazo a la desunión y la radicalidad. Todos diferentes, pero todos uno solo. Al finalizar la reunión se llega a un acuerdo común: todos están indignados contra la mercantilización de la política. Un paso pequeño, pero un paso importante. El tronco sobre el que fundamentar las ideas posteriores está delimitado, y este es la lucha por la democracia real. Todo lo que venga a continuación serán las acciones que el conjunto de los indignados decidan tomar para lograr el objetivo de vencer la frustración colectiva.

 

   Al día siguiente, lluvia de agua e ideas. Se logra crear un manifiesto con propuestas. Lo heterogéneo se unifica sin perder la particularidad personal. El campamento aumenta, la lucha crece. Parece que de verdad ha empezado algo grande.

 

   Y, otro día más tarde, conmoción nacional. La revolución se empieza a vivir en directo por toda la Península. Todavía más personas abarrotan la plaza día y noche. Las cacerolas marcan el ritmo de la lucha; los medios de comunicación intentan seguir su son.

 

   Desconcierto, caos, agitación. Mucho por decidir, poco decidido. Quedan demasiadas incógnitas, demasiado por hacer. En cambio, si sólo pudiera decir una palabra al resto del mundo que no ha estado en la plaza, si sólo fuera capaz de emitir una imagen a todos aquellos que no entienden qué esta pasando,  únicamente diría que deben estar tranquilos. Tranquilos porque entre tanto movimiento y agitación sí que se puede sacar algo en claro, y esto es que el cambio será pacífico y ordenado. En la Puerta del Sol no se busca destruir, sino crear.



5 comentarios

  • # PAUL Responder

    18/11/2011 01:26

    PIENSO QUE ACTUALMENTE SE SIENTE LO QUE SE VIVE, PERO NO SE VIVE LO QUE SE SIENTE

  • # sentimiento Responder

    18/11/2011 18:38

    Mi sentimiento me da la vida y la esperanza...de volver a verla un día más. Ella inspira y soy sentimiento, no razón. La vista es muy selectiva y el oído también y puedo identificarla sólo por su perfume. La soledad me mata porque sólo me siento a mi mism

  • # Pepelin Responder

    18/11/2011 19:25

    Vivo mecanocuánticamente. Al vivir, observar, cambio la realidad. A veces pienso, otras siento y mis espectativas cambian continuamente. Que razón tenía la Santa: vivo sin vivir en mi, y tan alta vida espero, que muero porque no muero.

  • # Tom Responder

    18/11/2011 19:29

    Ehorabuena por los post de este blog son amenos, y, sobre todo, muy interesantes. Por cierto, yo con mi básico sistema emocional, heredado de reptiles, mamíferos y humanos me defiendo como puedo. La ayuda para navegar mejor será bienvenida.

  • # José Ángel Caperán Responder

    08/12/2011 10:07

    La prueba del algodón a la hora de tomar decisiones correctas en la vida es hacer caso a la emoción que te provoca ese resultado más que a los pensamientos que intentas provocarte. Si, racionalizándolo, resulta que la emoción es la que falla buscad ayuda.

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