Irán y Arabia Saudita: la carrera por Siria

Irán y Arabia Saudita: la carrera por Siria
Por Fernando Bazán
noticiasdesiria.blogspot.com
Ramin Mehmanparast, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, ha vuelto a rechazar la afirmación de que la República Islámica está interfiriendo en los asuntos internos de Siria. También calificó como infundadas y no documentadas a las acusaciones de la Unión Europea afirman, que une a la Fuerza Qods de los Guardianes de la Revolución Islámica, con los incidentes en Siria.

Mehmanparast señaló que el gobierno sirio y la gente han llegado a la madurez política y social y son capaces de resolver los problemas que enfrenta su país; además indicó que Irán respeta la soberanía nacional de otros países y rechaza cualquier pretensión de la participación en los asuntos internos de Siria como totalmente falso. El funcionario iraní mostró su malestar con la Unión Europea a la que acusó de adoptar una política de doble moral sobre los acontecimientos regionales y está tratando de desviar la opinión pública mundial de la violación de los Derechos Humanos por los regímenes que gozan de su apoyo.

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, advirtió que un vacío de poder en Damasco podría desatar una crisis regional sin precedentes e instó al presidente Al Assad a escuchar las "legítimas demandas de su pueblo”. Los comentarios de Salehi marcan un sutil cambio de tono hacia Damasco por parte de Teherán, que alentó al régimen de Al-Assad para que responda a su gente al tiempo que reiteró su apoyo a su aliado clave.

Los lazos de Irán con Siria van mucho más allá de la amistad, en una región dominada por las sospechas árabes respecto de los verdaderos objetivos de Teherán; Siria también es conducto de Irán para canalizar la ayuda para Hezbollah y Hamas, en menor medida. Por ello, en el caso de que caiga el régimen sirio, Irán se vería privado de un socio leal árabe en una región que se está realineando profundamente por los movimientos democráticos.

 

Un pasaje del discurso del ayatollah Ali Jamenei, en la Universidad de Teherán para conmemorar el Id al-Fitr, sugiere que los líderes iraníes están preocupados por la posibilidad que los resultados de estos movimientos disminuyan su influencia en la región: "Los acontecimientos que tienen lugar en Egipto, Túnez, Yemen, Libia, Bahrein y otros países hoy son decisivos para el destino de las decisiones en las naciones musulmanas (…) si las potencias imperialistas y hegemónicas y el sionismo, incluyendo los EE.UU. y tiránico régimen despótico, logran aprovechar las condiciones actuales en su propio beneficio, el mundo del Islam sin duda se enfrentará a grandes problemas durante decenas de años."

 


La omisión de Siria en el citado discurso fue especialmente llamativa, lo que subraya la ambivalencia iraní acerca de cómo lidiar con eventos que se desarrollan en Siria; Irán ha sido el más firme aliado del presidente Al-Assad durante los más de cinco meses de manifestaciones sociales. También el discurso del ayatolá Jamenei muestra la inconsistente línea que los líderes iraníes han tenido respecto de los levantamientos contra los regímenes en la región y las demostraciones antigubernamentales en Irán posteriores a las controvertidas elecciones presidenciales de 2009.

Por ello, Jamenei considera que el colapso de los gobiernos pro-americanos de Egipto y Túnez fue una fuerte presión sobre la influencia de EE.UU. en la región y un nuevo despertar islámico. Irán ha apoyado a los levantamientos árabes, argumentando que el cambio de los gobiernos en el Norte de África, muestra que un nuevo Medio Oriente está surgiendo y que condenará a Israel y se liberará de la interferencia estadounidense.

La situación tambaleante del régimen sirio hace de Arabia Saudita a uno de los mayores beneficiados, que ahora podrá alzarse con el liderazgo del mundo árabe. Por otro lado, la alianza estratégica entre los EE.UU. y Arabia Saudita, también hace de Riad a uno de los socios más influyentes en la región y ayudará a Washington a alcanzar sus objetivos de la política exterior de la región: comprobar el poder de Irán e impedir que se convierta en un Estado nuclear y garantizar la seguridad de Israel.

Desde la revolución islámica iraní en 1979, Arabia Saudita ha centrado su política exterior en la contención del poder e influencia de Teherán en la región; la ventana de oportunidad para aumentar la influencia iraní se potenció con la caída de Saddam Hussein y es a partir de este hecho que el poder chiita se ha expandido de manera notable por la región. Ello explicaría la necesidad de Arabia Saudita de relacionarse con Siria, al que ve como un intermediario para gestionar las preocupaciones y llevar los mensajes sauditas a los iraníes; el hecho que Siria haya acosado y eliminado los aliados políticos sauditas en Líbano por décadas, hace que esta sea una buena oportunidad para promover un nuevo gobierno en Damasco –aprovechando la población mayoritariamente sunita- que sea más cercano a los sauditas.

 

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