Apoyo médico y psicosocial a víctimas de la violencia en Cisjordania

Apoyo médico y psicosocial a víctimas de la violencia en Cisjordania

MSF.-Los programas de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Nablús, Qalqilya, Hebrón y Jerusalén Este se centran en la atención de salud mental a personas afectadas por la violencia por parte de colonos y militares israelíes, así como de las propias facciones palestinas.

 

El conflicto en los Territorios Palestinos Ocupados de Cisjordania afecta tanto a palestinos como a israelíes. Los picos de violencia en ambos bandos son recurrentes y tienen graves consecuencias para sus víctimas. El asesinato a principios de 2011 de cinco miembros de una familia de colonos en un asentamiento israelí a pocos kilómetros de Nablús y las consiguientes represalias del ejército israelí contra los habitantes de las aldeas vecinas elevaron la tensión en la zona. En paralelo, se observó un claro aumento de las acciones de los colonos contra civiles palestinos, que alcanzaron su cota máxima en septiembre de 2011.

En el transcurso de los últimos meses, los distritos de Nablús, Qalqilya y Hebrón de Cisjordania se han visto seriamente afectados por acciones violentas de colonos israelíes, que van desde acosos y amenazas constantes a agresiones directas contra los habitantes palestinos de las aldeas. Las formas de violencia observadas por los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la zona son múltiples: agresiones físicas, acosos, ocupación de la propiedad privada, daños materiales, obstrucción del acceso a los campos de cultivo y ataques contra las viviendas.

Um Amer, ama de casa y madre de 10 hijos, describe su experiencia la noche en que unos colonos atacaron su aldea: “Hacia medianoche, mientras dormíamos, empezamos a oír ruidos, primero gritos y un gran estrépito, luego piedras golpeando nuestras puertas y ventanas, y de repente se produjo un tremendo ruido. Al principio no sabíamos qué pasaba, pero al cabo de unos instantes nos dimos cuenta que un grupo de colonos estaba intentando destruir el minibús de mi esposo. Encendimos las luces de fuera, esperamos a que se fueran y vimos que habían roto una ventana del minibús, lo habían rociado por dentro con gasolina e iban a quemarlo. Por suerte algo les detuvo, si no, hubiésemos perdido nuestra principal fuente de  ingresos”.

“No tenemos vida social”, añade Um, “no podemos visitar a nuestra familia o amigos porque tememos dejar la casa sola. Si alguien está enfermo durante la noche, es muy difícil ir al médico, no es seguro desplazarse de noche y es imposible dejar a los niños solos. No podemos dormir, es difícil planificar cualquier cosa porque nunca sabemos cuándo nos van a volver a atacar. Y pueden hacerlo a cualquier hora, de día o de noche”.

MSF trabaja en los distritos de Qalqilya y Nablús, en el norte de Cisjordania, y en el distrito de Hebrón, en el sur. Dos equipos de psicólogos, trabajadores sociales y médicos ayudan a las personas a expresar sus emociones y su dolor psicológico, y a fortalecer sus mecanismos de afrontamiento para aliviar su sufrimiento y gestionar mejor las condiciones de vida que les toca soportar.

“MSF nos ayuda mucho”, continúa Um Amer, “el apoyo de los psicólogos realmente nos ayuda a afrontar las dificultades y miedos que nos acechan cada día. Después de las visitas del psicólogo de MSF, los niños empiezan a sentir que la vida se ha normalizado de nuevo”.

Las amenazas y el miedo constante no solo no permiten que las familias trabajen y vivan con normalidad. El temor a ser agredidos es constante y un motivo más por el que las madres no quitan los ojos de encima de sus hijos.

Um Wael, ama de casa y madre de siete hijos, afirma: “Tuve que poner rejas en todas las ventanas de la casa. Al principio nos sentíamos como en una cárcel, pero ahora creemos que es importante para nuestra seguridad. No podemos olvidar el día que lanzaron una piedra a la habitación donde estaba mi hija. Por suerte, solo le golpeó la espalda, pero no puedo dejar de pensar en lo que hubiera podido ocurrir si le hubiera dado en la cara. Mis hijas tienen miedo de dormir en su cuarto, no dejan de imaginarse que los colonos suben hasta su ventana y entran en la habitación. Sentimos que el peligro nos acecha por todas partes, de día y de noche”.

Estos altos niveles de angustia continuada pueden transformarse en enfermedades como problemas digestivos, nerviosos, musculares o cardiacos. Los problemas de salud mental son, entre otros, irritabilidad, trastornos de ansiedad, miedo, estrés, insomnio, depresión, trastornos disociativos, y también se dan casos más graves de estrés traumático y postraumático.

Ibtisam Jaber vive con su marido y sus seis hijos en la ciudad vieja de Hebrón, en la zona conocida como H2. Hace cinco meses, fue agredida por colonos en su tienda. “Desde que vinimos a vivir aquí, hemos tenido problemas con los colonos. Cada día lanzaban piedras contra nuestras ventanas. Tuvimos que poner rejas para protegernos. Nos enfrentamos constantemente a problemas con los soldados y los colonos. Pero el único incidente que me afectó realmente fue cuando los colonos entraron en la tienda y me atacaron. Creí que iba a morir. Dejé de sentir las piernas. Estaba embarazada de dos meses y medio, y debido al ataque tuve un aborto, perdí a mi bebé. Esto me afectó mucho. No podía vivir con mis hijos. No podía vivir una vida normal. Cuando el psicólogo de MSF vino a visitarme, empecé a sentirme mejor. Empezamos a hablar de mis sentimientos y del incidente. Tras 10 sesiones con el psicólogo, me sentí muy aliviada.”

Vivir, soñar y tener un futuro en esta zona es difícil. El miedo constante a perder la casa, la tierra, a algún familiar o vecino lo impregna todo. Las expectativas de futuro son pocas y la imparable progresión de los asentamientos construidos en suelo palestino empaña las esperanzas de poder llevar una vida normal.

 

FOTO: MSF/© Juan Carlos Tomasi

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