Dilemas éticos en las investigaciones sobre el cerebro

Dilemas éticos en las investigaciones sobre el cerebro

"Toda investigación, por muy buenas que sean sus intenciones, comporta riesgos", explicó el martes en el PE el profesor de neurociencia de la Universidad de Oxford Colin Blakemore. Durante el taller sobre "dilemas éticos de la investigación sobre el cerebro", organizado por el panel de opciones científicas y tecnológicas del Parlamento Europeo (STOA), los participantes estuvieron de acuerdo en que muchas veces tienen que tomar decisiones difíciles.

Minimizar el daño que se causa a los pacientes es, para el Profesor Backmore, el centro de la ética en cualquier investigación o intervención científica. Admite que "el rico y complejo debate sobre el equilibrio entre los beneficios y los riesgos de la investigación es vital para las nuevos estudios sobre el cerebro".

 

Durante la apertura del acto, el presidente de STOA, el eurodiputado austriaco del grupo del Partido Popular Europeo Paul Rübig, destacó que "la investigación sobre el cerebro plantea la cuestión de dónde está la frontera entre la vida y la muerte", una pregunta que, en su opinión, no se plantea en otros campos biomédicos.

 

¿Más y mejor?

 

Los tratamientos modernos han alargado considerablemente nuestra esperanza de vida, pero vivir más tiempo a veces implica sufrir enfermedades de las que antes apenas se oía hablar, explica Mary Baker, presidenta del Consejo Europeo del Cerebro. Entre ellas, mencionó "enfermedades mentales como la depresión, el trastorno bipolar, el Parkinson, ataques al corazón..."

 

El doctor Alastair Benbow, opina además que no estamos preparados para hacer frente a estas dolencias, ni desde el punto de vista social ni desde el cultural. Citó como ejemplo la pervivencia de prejuicios en torno a las enfermedades mentales, que hacen "urgente lograr un cambio de percepciones", fundamentalmente a través de los medios de comunicación.

 

La ciencia médica no es perfecta, y muchas enfermedades siguen siendo incurables a día de hoy. Para esos casos, la investigación es clave... aunque no siempre arroja los resultados que se esperan de ella. El Profesor Jean Shoenen, de la Universidad de Lieja, presentó el caso práctico de un paciente que presentaba una cefalea en racimo extremadamente dolorosa, para la que no existe tratamiento. Sin perspectivas de mejora, el paciente se suicidó.

 

El camino de la ciencia

 

La ciencia puede y debe avanzar, pero no es un camino fácil, apuntó Shoenen, que recordó el caso de otra paciente a la que se implantaron con éxito unos electrodos en el cerebro, y que sin embargo falleció después a causa de una hemorragia crebral.

 

¿Cuál es la solución? La doctora Karin Blumer, de los laboratorios Novartis, remarcó que "desde una perspectiva ética, no debemos infligir daño a otros, pero en realidad necesitamos hacerlo para progresar".

 

Blumer recordó que también se puede hacer daño por omisión, ya que "frenando o parando la investigación por razones éticas fracasamos en proporcionar una terapia a quienes sufren enfermedades que hoy no podemos curar". En este contexto, los ensayos con animales tienen un papel importante, pero Blumer consideró que si no se puede resolver el dilema entre experimentar en animales o dejar una enfermedad sin tratar, el tema debe ser abordado de forma transparente.

 

El doctor Rick Achten, del think tank belga sobre neurociencia, insistió en la necesidad de informar mejor al público, especialmente en casos como la investigación sobre el cerebro, que toca puntos muy sensibles. "Va más allá de del tema médico", explicó Achten, para quien este tipo de estudios "exploran los límites de ampliar la capacidad del cerebro para hacer nuestro trabajo aún más efectivo".

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