A principios del siglo XVIII las vitrinas de las mansiones y palacios europeos estaban repletas de carísimas piezas del llamado ‘oro blanco’, la porcelana. Procedían de Oriente, especialmente de China, pues la fórmula era desconocida en Europa. Allí se producían piezas en grandes cantidades desde hacía varios siglos. Nada elaborado en Europa era comparable en belleza y calidad. Se trataba ...
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