Tu YO es más grande que tú

Tu YO es más grande que tú

Sadhil era un ácaro que vivía en el pelo de una pestaña de un vagabundo de 95 años, ciego y paralítico, en un suburbio de Bombay. Todas las mañanas Sadhil se asomaba al ventanal de su mansión, en primera línea de pelo, desde donde podía ver un extraño mundo que él consideraba hermoso. Sadhil se sentía bendecido por la vida.

 

Un día, el hombre más rico de la India salió de su limusina hacia la puerta de un hotel mientras se frotaba los ojos con un pañuelo de seda. El hombre, centrado en su tarea, perdió el equilibrio yendo a parar a los brazos salvadores de su guardaespaldas. Pero su pañuelo cayó al suelo, olvidado. En él, otro ácaro, éste llamado Rasul, intentaba recoger su cuenco de monedas, tan pequeñas como átomos, que se había volcado en la caída. Llevaba toda su existencia malviviendo en la parte central de un pelo desprendido de una ceja millonaria que se había quedado pegado al párpado derecho del rico hindú.

 

Cada mañana Rasul se asomaba a la cima de la montaña de basura que se acumulaba en la punta del pelo y observaba lo que sus compañeros de la calle le decían que eran monstruos terribles luchando en guerras intergalácticas.

 

El mendigo-hombre recogió el pañuelo y con él se secó el sudor de su frente, cayendo el ácaro Rasul justo en la terraza de la casa de Sadhil. Éste creyó que Rasul había llegado del cielo, que era un ángel, o algo parecido, y le hizo una reverencia. Aquél, nervioso, le respondió con un puñetazo pues, seguramente, se tratara de un gesto de ataque.

 

De pronto, un tercer ácaro, llamado Amit, sobrevoló sus cabezas dejándose llevar por el viento y les dijo: - El mundo es muy grande para vuestras penas y para vuestras alegrías. Podríais ser ángeles o guerreros, estar en el cielo o el infierno, pero nada de eso tiene importancia más allá del pelo de una pestaña o de una ceja.

 

- ¿Quién eres tú para cuestionar mi felicidad? - preguntó Sadhil.

- ¿Quién eres tú para cuestionar mis penas? - preguntó Rasul.

 

Amit respondió acercándose en una corriente de aire: - Soy quien no juzga ni la felicidad ni la infelicidad, que no son más que palabras demasiado grandes para seres tan pequeños - dijo-. No soy el más feliz de un pelo de pestaña en un universo desolado, ni soy el más infeliz de un pelo de ceja bajo un cielo de oro - Amit les señaló con sus varias patas-: yo soy sólo yo, sobre nada, bajo nada y entre nada. Soy un astro sin adjetivos, soy tan grande como todas las galaxias, así soy, todo y uno. Siendo todo tan grande ¿por qué un ácaro puede perder el tiempo razonando desde el interior de un pelo?

 

RECUERDA: tus lágrimas no significan absolutamente nada, aunque suene cruel, son gotas de rocío en el océano. Tú eres más grande que tú mismo, aunque ni siquiera tú puedes creerlo por ser tu mente cuadriculada, de la misma forma cuadrada que un hielo en una cubitera. No esperes a estar en el umbral de la muerte, cuando el cubito se derrita en el mar, a darte cuenta de que había millones de formas de pensar, de sentir y de hacer las cosas.

 

Y que eras libre, pero no lo fuiste.


José Ángel Caperán

Psicólogo y coach. Nº col. O-01888

jacaperan@gmail.com

Cita previa y consultas: C/Magnus Blikstad nº21 entresuelo D. (lado est. Alsa)

984 052 925

Dejar un comentario

captcha