Vivir como un centauro

Vivir como un centauro

Hubo un tiempo, cuando todas las cosas eran más claras que ahora, cuando todo tenía sentido y se sabía la causa y la consecuencia de todo, uno podía actuar correctamente en su bien y el de los suyos. No hacía falta preguntarse ¿qué me pasa? Ni hacían falta psicólogos que desencriptaran los malestares.

 

Por aquel entonces la MENTE era un jinete que cabalgaba, a pelo, un caballo que era el CUERPO. Ambas, mente y cuerpo, jinete y caballo, eran prácticamente UNO. Había un equilibrio perfecto entre el objetivo del jinete y lo que su caballo podía dar.

 

Sin embargo, la mente comenzó a adquirir compromisos con más personas: la familia, los hijos, con los amigos, con los jefes, clientes, compañeros… y a cargarse de asuntos variopintos en forma de pesados fardos, la mayoría desproporcionadamente grandes y probablemente intrascendentes más allá del tiempo presente. Con todo y con todos necesitó una carreta, pero una con un solo caballo. Mucha mente para un cuerpo.

 

El jinete pasó a ser chófer y el caballo empezó a dar signos de cansancio. La mente no escuchó al cuerpo y más lastres se añadieron a la carga. Las riendas que unían carreta y caballo empezaron a estirarse hasta que las ligaduras se rompieron. El equino colapsó y la propia carreta le pasó por encima.

 

El cuerpo es fuerte, el caballo es robusto, no lo infravalores. Podría aguantar una carreta llena de útiles e inútiles. Pero necesita un tiempo sin ataduras. Un momento al día, al menos, en que el chófer vuelve a ser jinete y, ambos, mente y cuerpo, parecen un centauro: el equilibrio, la fusión, la fluidez. La salud.

 

Respóndeme a estas preguntas:

¿Cuánto lastre arrastras? ¿Es todo útil? ¿Tu caballo está agotado? ¿Tus riendas están a punto de romperse? ¿Sabes cuidar tu caballo? ¿Sabes ser un buen jinete de tu cuerpo? ¿Tu carreta está sobrecargada? ¿Sabes ser un buen chófer de tu vida?

 

José Ángel Caperán

Psicólogo

jacaperan@gmail.com

Consulta: C/Magnus Blikstad nº 21 entres. D. Gijón

Telf. 984 052 925

Nº col. O-01888

2 comentarios

  • # Pepe Responder

    27/03/2016 23:37

    El lastre de la educación y las buenas costumbres, el lastre de la manipulación consentida, el lastre de querer ser aceptado y renunciar a mí mismo para hacer lo que los demás esperan de mí. El lastre de una responsabilidad no asumida. Los padres quiere niños obedientes, los maestros quiere niños obedientes, no niños listos, curiosos, que haga preguntas, porque son incómodos. Los políticos quieren ciudadanos obedientes, que no se manifiesten en contra de los desfalcos, de los robos a las arcas públicas. Y este es un lastre real y no el del infierno por los pecados mortales con que nos quiere aterrar la religión. ¿Quién nos enseña a desaprender todo esto? Y el conflicto de no poder responder adecuadamente a mis expectativas me hace enfermar.

  • # Zarzo Responder

    28/03/2016 20:08

    Ah! seguramente por eso hay tanto enfermo. Hay cosas que no se puede digerir y por algún sitio tienen que salir, sea por una enfermedad mental, por un cáncer, o por una amargura imposible de evitar

Dejar un comentario

captcha