La planta del tabaco fue introducida en Europa por los españoles en su conquista a América.

Las primeras semillas se plantaron en campos de Toledo por orden de Felipe II.

Utilizado por los indios en sus rituales, además de fumarse ,  se podía  masticar, beber o untarse sobre el cuerpo.

A  los guerreros antes de la batalla se les soplaba el humo de la planta en la cara. También se echaba a los campos para la cosecha o se derramaba  sobre las mujeres antes de la relación sexual.

El hábito de fumar  tabaco era costumbre habitual entre hombres y mujeres desde  nuestros abuelos. Era muy normal ver al vieyu o vieya con el pitu en la boca cabruñando o cosiendo a puerta de la casa con la picadua en el mandil o en el bosillo del pantalón.

Pero en tiempos de escasez  la gente recurría a diferentes sustitutivos:

Los “virlotos” eran unas varas parecidas a la salguera con las que a veces se enriestraba el maíz. Cuando estaban secos se cortaban y se fumaban.

“la cascarilla” era las cascaras del chocolate que picadas y liadas se usaban como cigarrillos. También se usaba para este menester  la cascara de cebada.

Les fuelles de maíz se utilizaban como papel de liar cuando este no había.

La picadura de tabaco se llamaba “de  cuartarón”, denominado así porque pesaba un cuarto de libra, es decir, 115 Gr. El tabaco más selecto era el llamado “Caldo”, “Caldo de gallina” o “Ideales”.

 A partir de los años 30 se pusieron de moda los cigarrillos. Las marcas nacionales eran “celtas”, “Ideales”, “Goya” y “Bisonte”.

En la actualidad  con la crisis que nos agobia  estamos volviendo a liar de nuevo nuestros cigarros. Quizás acabemos fumando “Virlotos” o “Cascarilla”. ¡Es solo una idea!.

! Hasta pronto!