Las cencerradas

Las cencerradas

La cencerrada, también denominada según las zonas, pandorga o lloquerada,  era una costumbre que estuvo muy arraigada en Asturias en casi todas las zonas y hasta bien entrado el pasado siglo. En  algunos pueblos de León también se le conoce con el nombre de  matraca de ahí posiblemente la frase de ”dar la matraca” en sentido de pesadez.

Esta costumbre, era  una reacción burlesca cuando la pareja  de novios no respondía a los objetivos del matrimonio, que eran la procreación que perpetuaba el linaje y aseguraba la continuidad económica, y la monogamia. Por lo que se consideraba esta unión ilegal, que  podía ser:

Hombre viudo con mujer soltera, o mujer viuda con hombre soltero.

Hombre viudo con mujer viuda.

 Con lo que la cencerrada representaba la ridiculización llevada a los máximos exponentes contra una unión que trasgredía las normas o valores sociales.

Dentro de la  lógica tradicional, los encargados de realizar este escarnio a los contrayentes eran los mozos ya que  al ser ellos  los destinados por norma a ser los protagonistas de la reproducción económica y biológica  también tenían el derecho a  realizar  este contraritual, para rehacer  la vuelta al orden por la boda anómala.

 La serenata se daba antes de la boda, la noche de bodas y noches posteriores. Habiendo casos  en que el ritual se extendió en el tiempo por semanas, incluso meses.

Por ello los contrayentes evitaban en lo posible que se supiera del esposorio  por lo que el enlace solía concertarse en el mas estricto secreto, a horas intempestivas, con las puertas de la iglesia cerradas y sólo con el cura y los padrinos. Aunque la picaresca popular tampoco se quedaba manca a la hora de informarse, ya que cuando se enteraba algún mozo, corría la voz y a la hora que fuese se preparaba la cencerrada.

Los mozos se juntaban al oscurecer para dar la noche a la casa del viudo o viuda que se sabía que iba a contraer nupcias. No importaba si había que ir a otro pueblo caminando de noche por el monte. Se armaban con calderos, latas, botes rellenos de piedras, cencerros y cualquier cosa que hiciese ruido. Se ponían delante de la casa, y allí se pasaban la noche armando el mayor escándalo. También lo había que era  ocurrente y componía coplas alusivas a los novios. Lo peor era si los contrayentes habían tenido cualquier cosa desagradable anteriormente  por insignificante que fuera, que entonces los cantares iban dirigidos a este hecho.

 

Entre los dambos amantes

Junten cuatrocientos años

El noviu ye un texu vieyu

La novia una riestra sin ajos

 

Si en la casa no se habían molestado o simplemente querían terminar con las burlas, entonces convidaban a los “músicos” a anís, sidra y algún dulce, y ya no tocaban más o la comitiva simplemente se iba. Aunque no siempre era así.

En los años treinta, en la aldea de Vega, en Oviedo, se recuerda de un viudo que ante el temor de que se la armasen, invitó a los mozos del pueblo a una merienda. Esta no debió de ser del gusto de la juventud, porque el pobre hombre no se libró de la serenata.

También se recuerda otra sucedida en Les Regueres, donde al lado de la casa del viudo estaban construyendo otra,  y no teniendo bastante con los utensilios que se habían traído, cogieron los ladrillos de la obra y los utilizaron como improvisados instrumentos de viento.

 

 

4 comentarios

  • # Xana Responder

    05/12/2011 09:39

    Muy divertido. Vaya faena, el pobre hombre del pueblo de Vega, primero aceptan la invitación y luego le preparan igual la cencerrada.

  • # JAF Responder

    05/12/2011 16:40

    YO creo que hacian las cencerradas mas con animo de jarana(ya que antes no habia tantas cosas con las que divertirse).Asi tenian un motivo para dejar la faena y montar la fiesta.Me gusta.

  • # babin Responder

    10/12/2011 16:05

    Pobres novios, yo creo que se me quitarían las ganas de casarme....... Claro que por otra parte había pocos motivos de diversión entonces, algo tenían que hacer.

  • # babin Responder

    10/12/2011 16:07

    Pobres novios, yo creo que se me quitarían las ganas de casarme....... Claro que por otra parte había pocos motivos de diversión entonces, algo tenían que hacer.

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