La vida oculta del bicarbonato

La vida oculta del bicarbonato

 

Acabamos de entrar en los años setenta, pero para mal, no crea algún cincuentón que esto va a ser el elixir del retorno a la mocedad. En el macrocontexto de la madre de todas las crisis, las formulaciones del  joven  Ruiz-Gallardón sobre el aborto y la programación preolímpica de la televisión pública son sólo algunas de las señales que nos indican que dentro de unos días tendremos que pagar fianza por los envases de la cerveza y la gaseosa, comprar el aceite con tiempo y a granel o amontonar los periódicos viejos para venderlos a fin de mes o para encender la caldera comunitaria. El reciclaje va a ser histórico. Los perros van a volver a andar sueltos por las calles y los niños, a buscar neumáticos viejos en los vertederos de las afueras. Fuera de estas apocalípticas frivolidades, es cada vez más evidente que una de las estrategias troncales que han diseñado los zafios de la planta noble que nos administran está basada en el miedo más doméstico, más familiar. En el que más nos llega. Tengamos cuidado porque no hay dinero en la caja pública, luego es probable que no lo haya para las nóminas. Paguen ustedes debidamente el IVA porque si no va a haber que subírselo, o lo que es desgraciadamente lo mismo: les subimos el IVA porque algunos de ustedes no lo pagan debidamente. Este tren de la bruja en el que los payasos que visten de Armani ahostian con notable éxito a los soldados del salario medio va a descarrilar de un momento a otro y, no lo duden, la culpa será de la tropa. Es difícil, aunque seriamente deseable, que el maremoto se lleve por delante a la clase política tal y como la entendemos hoy en día. Un tecnócrata no es el recambio más deseable en pretendidas situaciones de igualdad, pero las soluciones que nos apuntan los sospechosos habituales (expertos, economistas, tertulianos, documentalistas, analistas…) tienden todas al pánico. Un susurro recorre la espina dorsal de las entrañas del pagano: que nos rescaten del todo, que ya pagarán nuestros nietos. Entre tanto, ahí andan los prebostes, mientras compran perborato para limpiar la sangre, echan mano del bicarbonato para aliviar tan tremenda digestión.

 

 

 

 

 

 

grabado portada: Banquete de Estado.--Sirviendo el Pavo.--Fac-simile de una xilografía de una edición de Virgilio, folio, publicado en Lyons en 1517.

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